Vine del sur buscando todo lo que anhelaba,
burlando a escondidas lo que me hacía daño
y lo que tanto me ahogaba.
Que me ataba por sangre y no me dejaba desplegar mis alas.
Vine intentando cumplir sueños,
sentir caminos y vivir experiencias;
y crucé andando países soportando noches en vela,
rugiéndome las tripas de hambruna, de soledad y de pena.
Armado de un zurrón vacío y mi propia presencia,
sentí a veces el peso de la muerte,
agazapado en un rincón para que nadie me viera,
para huir de los que callaban bocas de niños con mocos
de caras vacías llenas de ausencias.
Vine del sur luchando ante los vientos
con el miedo de las aguas que balanceaban mi existencia,
montado en una balsa de almas que ansiaban libertades
y que lloraban por las familias que dejaban en tierra.
Y cuando llegamos a oscuras, el silencio tronaba,
sentí que mis piernas temblaban y el corazón se salía,
que mi espíritu luchaba para no perderse en mi cuerpo,
palpando intranquilo la costa de otros mundos que ante mis ojos se abrían.
Vine del sur buscando expectativas,
que mi vida ansiaba más caminos, otras salidas.
Y aunque no lo tenía claro y mi alma lo sabía
era cuanto trayecto en tierra firme recorrería…
…y cuanto duraría.