Metamorfosis

Siempre quiso ser marinero de grandes océanos y navegar con su fragata por los confines de los mares. Piloto de aeroplano para surfear por las nubes en busca de aires nuevos y que las aves pudieran seguir su vuelo.

Batallaba por las noches con sus sueños de adolescente, que torturaban su mente mientras el dolor a su apariencia arañaban su cuerpo y amenazaban con derretir sus entrañas.

Su existencia se debilitaba por momentos, resonando el eco en su alma en aquella posguerra de dolor, pobreza y hambre. En aquella batalla sin sentido donde siempre perdían los pobres harapientos con niños grises de espíritu triste.

Luchaba contra viento y marea para que su mente no se rindiera y vivió su vida a escondidas entre agujas de hilos, de ovillos y de sedas.

Creció en colegios mixtos disciplinados de clerigos con reglas que ataban su brazo izquierdo para que no se perdiera, en aquellas clases divididas por sexos y edades donde se burlaban continuamente por su aspecto, por sus ropajes y apariencia.

Ocultaba su cuerpo que no sentía de ella y vendaba sus pechos para sentir que era hombre en el cuerpo de una doncella.

Entre palizas de sus padres y los castigos con correas, se encerraba en su cuarto entre lágrimas sin consuelo, del dolor que la quemaba la rabia, el desprecio y la impotencia.

La depresión perduró en ella y la sangre brotó muchas veces de sus venas, hasta que se levantó una mañana y con fuerzas suficientes cerró aquella puerta, dejando atrás su familia, el pasado y su triste existencia.

Por entonces conoció a una bailarina de elegantes vestimentas, que por las noches lucia sus encantos y era musa de su vida. Por el día como cada mañana, se encorbata para ir a la oficina, asfixiándose en una jornada donde aquellos que le rodeaban, enjuiciaban a los que eran distintos y que no se soportaba.

Cuando llegaba a casa y como si fuera un pecado, sacaba de su armario lacado, el maquillaje, la peluca y una falda almidonada que lucía por las noches, en lugares clandestinos de una época franquista.

Ambos se encontraron en un momento delicado, donde la ley les señalaba como vagos y maleantes y les incluían como proscritos de conductas aberrantes. Donde el miedo atormentaba a los que eran como ellos, causando cárcel, fusilamiento o maltrato psicológico para hacerles personas de provecho. Algunos optaban por el exilio para no sentirse oprimidos, dejando su vida y su familia para que no sufriesen un martirio.

Decidieron entonces formar pareja, casándose ante un Dios que no creían y tapar así las bocas de un país que los enjuiciaba.

Por fin fueron felices como dice la moraleja. Por el día fueron pareja ante un mundo que dejó de señalarles. Por las noches él se convertía, engalanándose entre joyas y pintura al compás de unos acordes. Y ella cumplió su deseo, siendo aquel apuesto hombre entre capas, bombines y sueños.

@ Jesús M.ª Salvador

@ Imagen: Cottonbro studio en pexels